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InicioAccedé a nuestro contenido gratuito > Sobre suma cero, la familia y el consentimiento.
03/05/2018
Lo que construimos
Cuando conocí a Franklin hace 12 años, él estaba en una relación estrictamente primaria/secundaria. Su esposa era la primaria, quien tenía poder sobre sus otras relaciones, y ambos habían establecido una larga lista de limitaciones respecto a las otras relaciones de Franklin en pos de honrar su matrimonio.
Cuidado con decir hoy cosas que mañana puedan convertirse en oscuras ironías porque suele pasar. «¿Franklin?», les decía a mis amigos que se daban cuenta que estaba mintiendo. «¡Ni loca!». Obvio que lo que quería decir era: «Me parece que me voy a enamorar muy rápido de Franklin a pesar de lo que me dicte la razón».
Cuando entrás en una relación con restricciones conscientemente y sufrís a causa de esas restricciones, es difícil no sentirse como un/a boludx. No importa cuánto duela, siempre está esa vocecita cagándose de risa y diciendo: «¿En serio? Vos te metiste solitx. ¿Qué pensabas que iba a pasar?». Y esa es una pregunta interesante. ¿Qué pensaba que iba a pasar? Yo pensaba que me estaba metiendo en una relación emocionalmente restringida. Pensaba que el riesgo era el mismo que se tiene en cualquier relación de ese tipo: amor no correspondido e inversión de tiempo y energía desigual. Sí, duele, pero la relación termina cayéndose a pedazos porque no tiene de qué agarrarse para seguir.
Pero las estructuras del tipo primario/secundario suelen dejarte en un particular estado de crisis emocional. Está bien, reconozco que es un modelo que suele beneficiar a todxs lxs involucradxs, pero viene con letra chica. Porque a veces entramos en esta estructura dispuestxs a entregarnos completamente, y a veces nos encontramos con que la otra persona está en la misma. Y es ahí cuando la estructura se convierte en un laberinto lleno de trampas y puertas que se te cierran en la cara. Cuando tu compañerx te viene con intimidad y amor verdaderos, junto con una serie de limitaciones que provienen de afuera y no son negociables, la experiencia emocional de la relación se convierte en un violento tire y afloje constante. La disonancia cognitiva es muchísimo peor. Si tratás de hacer las cosas a tu manera, probablemente te traten de rompehogares, y cualquier perturbación que sufra el status quo es vista como acto hostil. Acordate, vos te metiste solitx, estás incumpliendo lo acordado, vos sos el/la malx de la película. Ah, pero no sea cosa que le rompas el corazón, no seas cruel; no hagas quilombo y hables por vos mismx. Es simple… queré otra cosa, sentí otra cosa, SÉ OTRA PERSONA.
Hay un momento en el cual te das cuenta que lo único y verdaderamente “correcto” que podés hacer es simplemente… encontrar una manera de desaparecer. Pero no con bombos y platillos (dirigido a lxs que les gusta hacer espamento). Asegurate de desaparecer y que nadie se dé cuenta. Hacé lo correcto y… andate.
Pero en algún momento de todo ese quilombo, Franklin me estiró su mano y me dijo: «Quizás no sos vos, Shelly. Quizás no hay nada mal con vos. Quizás la estructura es la que está mal».
Como con la mayoría de las cosas, la estructura primaria/secundaria funciona diez puntos hasta que deja de hacerlo. Y realmente importa cómo lidiamos con la situación cuando deja de funcionar.
Este es un artículo escrito por mi amor, Shelly, que también escribió lo que se reconoció como «el mejor texto jamás escrito sobre consentimiento». Ahora, la misma mente formidable realiza un escrito sobre relaciones primarias/secundarias, la «familia» y el consentimiento. Léanlo. Su mente me deja pasmado. (Franklin)
Por supuesto que te haré daño. Por supuesto que me harás daño. Por supuesto que nos haremos daño el uno al otro. Pero esa es la condición misma de la existencia. Para llegar a ser primavera, hay que aceptar el riesgo del invierno. Para llegar a ser presencia, hay que aceptar el riesgo de la ausencia. (Antoine de Saint-Exupéry, El principito)
El invierno se aproxima…
Por la mañana, me gusta tomar café de una alegre taza de invierno, clavar la vista a un objeto a miles de kilómetros de distancia y decir, con tono sombrío: «el invierno se aproxima…». A esto le sigue un remate maníaco como «¡Y habrán regalos de Navidad!» o «¡Y vamos a poder decorar!». Hago esto en parte porque nunca deja de serme divertido y en parte porque el cambio de estaciones es muy importante este año.
Las transiciones son algo muy importante para mí en este momento. Los recuerdos son algo muy importante para mí en este momento. Lo digo abiertamente: soy un homúnculo.
«¡Estoy llena de aserrín!», trato de decirle a la gente. «¡Ahí no hay nada! ¡¡¡Cuando miro al espejo, no hay nada!!!»
… *parpadeo*
«¡ASERRÍN!»
Y entonces me responden algo como «¿papel o plástico?».
Al parecer, el resto de la gente tiene la cabeza muy ocupada con otras cosas.
Igual, ahora pensaba contarte que me perdí. No, pará, eso sería como decir que estoy en la caja de objetos perdidos, a salvo y esperando. No, sería más preciso decir que me demolí y que, muy de a poco, estoy tratando de reconstruirme a partir de grandes sueños y montañitas de arena.
Así que ahora podrán decir si tengo las dotes particulares necesarias para afrontar este desafío o si estoy completamente descalificada para esto. En realidad, no me importa. Tengo una historia que contar.
Respuesta a la pregunta
¿Puedo hacer una pausa para recalcar que todxs vamos armando esto sobre la marcha?
Recuerdo cuando pude encontrar las palabras para describir lo que estaba buscando en las relaciones poli. Tenía una imagen en la cabeza de experiencias compartidas, de amor compartido, de voces en la cocina, de almuerzos compartidos y un montón de pies bajo las sábanas. Familia.
Familia fue una palabra difícil de encontrar y, luego, de definir. Pero también era una respuesta a la pregunta que quedaba colgada en el aire cuando escapaba de relaciones jerárquicas forzadas. Familia era una respuesta a la pregunta sobre la pérdida. ¿Cómo evitamos que nos alcance la pérdida en una relación poli? Es como cuando a un/a vegetarianx le preguntan: «¿Pero vos qué comés?», porque lo único que imaginan son latas de arvejas y milanesas de soja. «¿Por qué querrías ser poli? Vas a perder tiempo y recursos y seguridad». Pero… pero… ¿te das cuenta que hay como cinco tipos de animales que comemos regularmente y como miles de otros tipos de comida? ¡Dejate de joder!
¿Y si tenemos en cuenta que podés ir a ver una peli con tu compañerx y su metamour? ¿O si tu compañerx sale, vos simplemente llamás a tu metamour? ¿Y las cenas grupales y las fiestas enormes y TODOS LOS ABRAZOS y el hecho de siempre tener a alguien ahí que esté para vos y (traca-traca) el sexo grupal y… TODAS LAS DISTINTAS COMIDAS?
Familia.
La familia es el contraargumento a los argumentos de suma cero.
Franklin escribió algo al respecto que puede resumirse en lo siguiente:
● La objeción: poli es malo porque tenés que dividir tu tiempo y cada unx de lxs involucradxs recibe menos.
● La respuesta: eso es cierto si pensás en las relaciones como un juego de suma cero, pero al hacer eso, estarías ignorando la posibilidad de pasar tiempo con más de una persona; en tal caso, todxs reciben más.
Recuerdo largas conversaciones con él sobre esta idea de familia, sobre compartir una vida juntxs. Y mientras más alimentábamos este sueño, la esposa de Franklin más luchaba por preservar lo que ellxs habían construido, donde Franklin podía vivir sólo con ella, podía ser primario sólo con ella. Pero empujé más y más este sueño de familia hasta que al fin me mudé.
Pero pará, pará un cachito. Antes de venderte este Mercedes, tengo que avisarte que el motor a veces explota. En serio. Vos esperá.
La demolición
El consentimiento es algo que me preocupa profundamente, tanto a nivel personal como cultural. Si bien el consentimiento es algo que la mayoría asocia con el sexo, creo que es algo importante para marcar los límites en todo ámbito. No es una reflexión filosófica, ni siquiera de carácter ético. Esto me importa porque los límites difusos y las violaciones del consentimiento degradan el ser. En serio. Pensalo un poco. Tu ser… es lo único que tenés. Es todo lo que tenés. La degradación del ser es la muerte en vida.
Digo esto como alguien que vivió feliz y honradamente muchos años en estructuras relacionales coercitivas. Yo diagramé algunas, defendí otras, las usé como armas y hasta llegué a sacrificar mi identidad por ellas.
Con el tiempo, Franklin y su esposa se separaron; pero Franklin no tuvo que elegir entre ella y yo. Él eligió un sueño y dejó de lado otro, eligió una vida y abandonó otra. Y me llené de satisfacción porque había ganado una especie de victoria poli moral. Porque la inclusión estaba bien y la exclusividad no. En retrospectiva, me horroriza el hecho de que yo estaba tratando de obligar a la esposa de Franklin a adoptar otro tipo de vida (aun cuando creía que ella estaba tratando de hacer lo mismo con él). Cuando alguien termina en el centro inextricable de una V (o estrella), ¿qué tan común es que empiecen a buscar alguna base moral para decidir? (Porque claro que está mal dejar una relación por otra) ¿Y qué tan común es que esa base moral sea: «voy a elegir a la persona más inclusiva y voy a dejar a la persona que está tratando de establecer límites»?
…Familia :(
Diferenciamos el poliamor y el ser infiel por la honestidad, la apertura y el consentimiento. En mi opinión, el deseo por la transparencia en nuestras relaciones, el abogar por la inclusión y el tiempo compartido, y el énfasis en la comunicación y en las relaciones entre metamours nacen de estos principios. Y todo esto está bien. Sin embargo…
Cuando tomamos los principios de inclusión y familia al punto de construir relaciones que dependen de otras relaciones, estamos construyendo sobre cimientos de coerción. No estoy diciendo que esas relaciones sean automáticamente coercitivas; aquello sobre lo que se construyen es lo coercitivo. Es esa habitación en el fondo de tu casa que nunca usás hasta que, un día, la usás.
¿A qué me refiero con una relación dependiente de otra relación? En una triada, por ejemplo, si no está una de las personas, las otras dos no pueden involucrarse. Otro ejemplo sería una V en la cual se haya acordado que si los metamours no se «llevan bien», una o ambas relaciones se darán por terminadas. O quizás tenés un montón de relaciones que no podrían mantenerse si se eliminara el tiempo en grupo.
Muchas (¿la mayoría?) relaciones poli son interdependientes ya sea implícita o explícitamente. ¿Por qué? Porque el tiempo y la energía son recursos limitados, y la idea de familia es tentadora y no parece demasiado exigente. Y si todxs están de acuerdo con la idea, no debería haber problema.
Y, como la mayoría de las cosas, el poli grupal funciona muy bien hasta que deja de hacerlo. Pero cuando deja de funcionar, parece crear sentimientos amplificados de traición y miedo, además de inducir una sensación extrema y muy peculiar de aprisionamiento. Creo que esto se debe a que el conflicto y en cambio en una relación influyen al resto de las relaciones como por efecto dominó.
Si no puedo vivir con mi metamour, ¿significa que no puedo vivir con mi compañerx? Si no quiero pasar tiempo con mi metamour, ¿significa que pierdo el derecho a pasar tiempo con mi compañerx? Si me separo de mi compañerx, ¿voy a perder el apoyo de mis metamours? Si dejo de tener sexo con unx compañerx, ¿nuestrx compañerx compartidx va a evitarme? ¿Mi relación diádica existe siquiera fuera del grupo? ¿Mis sentimientos son suficientes para tomar decisiones o acaso esto tiene que discutirse? Si me siento incómodx todo el tiempo y necesito hacerme a un lado, ¿van a demonizarme y avergonzarme? Si no estoy cómodx en el grupo, ¿significa que no soy poli de verdad? ¿Van a usar mi salida para montar un caso y expulsarme?
Y si tu red romántica es también tu red de apoyo social primaria —tu familia—, se amplifican en extremo el rechazo y el riesgo de pérdida. La humillación social y el rechazo pueden derivar en una sensación abrumadora de peligro que no te deja ninguna escapatoria. Si te ponés a discutir con tu compañerx y te dice «sos egoísta, hipócrita y no hacés otra cosa que lastimar», va a doler mucho. Y buscás ayuda en tus amigxs y tu familia, que son básicamente tus metamours, para escuchar nada más que reproches: «¿cómo le vas a hacer eso? No te importa nadie que no seas vos». Así, bajás cada vez más por un espiral de miedo, soledad y vergüenza, y para completarla, tu compañerx te dice «mirá lo que nos hiciste, nos lastimás a todxs», y vos te sentís exiliado y excluido. El conflicto original es llevado a un nivel completamente diferente.
Cuando entrás en un grupo y sos consciente de los riesgos y los términos bajo los que fuiste aprobadx para ingresar… cuando entrás en un grupo sabiendo que deberías estar agradecidx por la oportunidad, y después terminás sufriendo por tu incapacidad de mantener el control y de crear la vida que necesitas para sentirte nutridx y a salvo, digamos que te hace sentir como un/a boludx. Y por boludx me refiero a doble agente, a vendedor/a mugrosx, destructor/a de hogares, monstruo, monstruo, MONSTRUO. La puta madre, mujer, un poco de coherencia. ¿Qué pensabas que iba a pasar?
Y cuando realmente querés que funcione, a pesar de estar experimentando niveles de infelicidad Shakespeareanos, porque debería funcionar, es fácil empezar a sentir que la única solución es tratar de cambiar quien sos. Nada más tenés que triturar todas las cosas dentro de vos que no estén funcionando, todo lo que te duela y esté lastimando al resto y… esperar que quede algo mejor.
(Che, vos, el/la que está llorando, hola. Olvidémonos de toda esa gente por un segundo. No lo hagas. No te va a gustar lo que queda y puede que nunca te recuperes. Igual no va a funcionar. Mirá, quizás no sos vos. Quizás no sea culpa de nadie. Quizás sea la estructura.)
Lo que realmente me rompe el corazón es que la extorsión emocional es inherente a algunas estructuras relacionales. El abuso no necesita un/a abusador/a. A veces todo lo que necesita es una creencia.
Pero no te preocupes. La mayor parte del tiempo nada de esto va a ser un problema… hasta que lo es.
La base del consentimiento
Con bastante certeza ya, creo que la base de una relación poli no coercitiva tiene que ser la habilidad de descender a suma cero en cualquier momento, por cualquier motivo. Eso no solo es cierto para las relaciones sexuales en un grupo, sino también para las relaciones metamour. Pero más que eso, la base del consentimiento es una cláusula de salida para cualquier relación. ¿No estás feliz? ¿No te es saludable? Hacete a un lado, está todo bien.
Ahora, para que esto funcione, hay que dejar de lado algunas porquerías coercitivas.
Si necesitás más de nuestra relación de lo que te puedo dar, no es porque vos:
● Seas insegurx/demandante
● No te preocupes por tus metamours
No es porque yo:
● Sea egoísta
● Sea descuidadx e irresponsable
Si necesitás más de lo que te puedo dar, entonces nuestros recursos son incompatibles y tenemos que determinar A) si ese recurso es necesario para mantener intacta nuestra relación o B) si es un recurso más general que podés encontrar en otra relación.
Si podemos resolverlo creativamente, entonces hagámoslo. Si no se puede, entonces está bien terminar con esa relación.
Si me incomoda compartir cualquier tipo de intimidad con tus otrxs compañerxs, no es porque:
● Esté tratando de hacerte solo míx
● Realmente yo no sea poli
● No esté intentando estar con ellxs lo suficiente
Si me incomoda compartir intimidad con tus otrxs compañerxs y eso nos lleva a tener niveles bajísimos de recursos, entonces A) espero que no hayamos armado una relación profundamente cercana y comprometida basada en una intimidad coercitiva porque B) son situaciones imposibles de sostener y que, tarde o temprano, terminan lastimando.
La reconstrucción
Tenemos la oportunidad de reinventar las relaciones. Vamos a equivocarnos en el camino. Cosas que parecen tener sentido y que incluso parecen correctas y justas pueden llegar a tener su trampa escondida. Es importante lo que hacemos cuando las cosas no salen bien. No deberíamos asumir que lo que esperamos de nuestras relaciones está bien y que nuestras parejas están mal de la cabeza. No deberíamos asumir que vamos a elegir mal, que vamos a construir malas estructuras y tener creencias dañinas. Deberíamos estar dispuestxs a cuestionar todo. Vamos a estar ciegxs a muchas cosas hasta que no nos abramos a eso. Hay que ser capaces de admitir que a veces no hay soluciones, que a veces las relaciones deben terminar o cambiar, y que a veces no todo va a ser justo. Las relaciones necesitan mantenimiento, los recursos son limitados, así como también el amor lo es. Está bien. Seguí tu corazón, hacele honor a tu propia humanidad y a la de que aquellxs que te rodean. Hacé lo mejor que te salga. Tenete algo de compasión incluso y especialmente cuando seas la única persona a la que puedas recurrir.
No hay buenxs ni malxs. Cuando creemos que las sabemos todas y que nuestro código moral es absoluto, nos arriesgamos a perder dinamismo. Todxs vamos a hacer cosas buenas y cosas malas, así como todxs vamos a lastimar a lxs que amamos. Es una pena porque es probable que lxs lastimemos más haciendo lo que nosotrxs creemos que está bien. Ser perfecto en lo que hacés o seguir tus códigos con total rigidez no te hace una buena persona, sino la disposición a cuestionar, a cambiar y a escuchar tu corazón cuando tu vida va a un ritmo distinto.
En los últimos 12 años, he visto todos mis sueños poli derrumbarse. Lo que al parecer me queda, junto con los escombros y las cenizas, es simplemente una vida poli.
Y lo siento, pero vas a perder cosas en el camino. Vas a perder un poco de seguridad. Las cosas van a cambiar y nadie puede decirte cómo. Vas a tener ideas, vas a construir estructuras y va a importar mucho lo que hagas cuando dejen de funcionar, porque va a pasar. Algunas cosas quizás terminen. Quizás todo termine. Pero si al final todxs ven la humanidad en el/la otrx, no es una victoria menor. Ese es mi discurso. Si no estás de acuerdo con esto, por favor, no lo hagas. Pero si te sienta bien, puede que te descubras un poco más. Y, a fin de cuentas, tu ser es todo lo que te queda. Y no te olvides: sos únicx e increíble.
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