Por RELACIONESABIERTAS
Las fiestas freelovers formaron y forman parte de nuestra historia personal y de la historia de Relaciones Abiertas y hablan de amistad, tal vez no en la forma que se te presenta al toque en la cabeza pero sin dudas de una muy especial que surge a través del activismo y la militancia. Aprovechando que viene el día de la amistad, nos gusta pensar aquellos tiempos donde la soledad abundaba a la luz de la amistad.
Esos primeros encuentros eran todo para nosotrxs como clan poliamoroso y creo que para muchas personas más. Me acuerdo la primera vez que la vi en persona a “C”, después de hablar mucho por chat y como nos abrazamos y creo que lloramos tb en ese encuentro. Recuerdo su sensibilidad. O cuando vino “J” como metamour a casa, una de las primeras personas q venía a dormir a casa con Pablo (y la única que vino con un ukelele) y después se convirtió en una de las personas q más me inspiró estos últimos años. Me acuerdo cuando nos conocimos con la negra Sil y yo creía que sus medias eran tatuajes de verdad y como se puso a laburar al toque en la actividad que estábamos haciendo, cuando terminamos tomamos mucha birra y ya había hecho el doble de laburo que muchas personas que estaban hace meses ahí. Carisma.
Las fiestas freelovers las organizabamos Pablo, Seba y yo, en nuestra casa, la primera fue en febrero 2014. Algunas personas venían un día antes para ayudarnos a preparar todo, porque como vivimos en Ranelagh, la freeloveada se desarrollaba durante todo el finde, era la excusa perfecta. Seba se mataba pensando en un menú acorde a todas las personas, veggi, celíaco, intolerante a la lactosa y acorde a nuestro presupuesto, claro… eso era lo difícil. Después restaba poner manos a la obra. Los 3 cocinabamos una semana seguida, limpiabamos la casa, buscábamos colchones de mis viejos, mis amigxs, los viejos de mis amigos, pedíamos sillas, almohadones, luces, que se yo… de todo. Sobre el final del viernes colgabamos la bandera de poliamor en el living y nos encomendabamos al universo para que todo salga bien, poniendo toda la alegría y la esperanza en esos encuentros.
El sábado a la mañana empezaba a caer la gente. Era un finde de pijamada de unas 60/70 personas que iban y veían por la casa, aún conservamos la lista de invitaciones. Estaban quienes por primera vez iban a pasar “una noche” con su metamour, quienes venían a desplegar sus ideas de amor libre con grandes discursos que todavía no habían puesto en práctica (ahora tampoco), quien venía a acompañar a alguien, quien no traía nada para compartir pero después se llevaba las sobras, quien se enojaba porque “el cronograma de la fiesta no incorporaba su show”, quien venía a mirar y criticar al resto, quien venía a confirmar que era verdad que esta era una casa poliamorosa, gente que ese mismo día conoció a su pareja, y su pareja a la otra pareja. Escenas de celos. Mucho mimo. Nada de orgía. Muchísima charla de poliamor y otra yerbas, círculos de debate por toda la casa, piezas, jardín, cocina, gente que anotaba, con su compu o su libretita. Yerba, bebida y mucha mucha comida. Con todo eso, ese finde eramos, sobre todo personas que nos acompañabamos. Queriámos estar ahí juntas. Que terriblemente importante tener ese grupo de intercambio, de apoyo, de escucha. Gente que sigue en el mundillo del poliamor o que ha desaparecido por completo. Amistades. Duraderas o fallidas. Gente que adoro y gente que no quiero ni ver por redes sociales. Que importante es el paso del tiempo en cuestiones amistad y de amor. La distancia de aquel momento me hace verlo totalmente diferente de como lo viví. Hoy encuentro terriblemente invaluable todos esos momentos compartidos, incluso con quien hoy no me juntaría más. Menos mal que lo hicimos.
Espacios sociales, espacios de amistades, de experimentar, de intercambiar. Siempre decimos con Pablo que a pesar de que sangramos un poco , lo volveríamos a hacer. Preparen sus colchones porque la amistad freelover tiene que festejarse cuanto antes y nuestra casa está disponible.