Por RELACIONESABIERTAS
Este gato, Mandela es su nombre, es el primer gato que tuvimos cuando nos mudamos juntos con Chechu hace 10 años. En aquel momento era un gatito super cariñoso, nosotros lo encontramos abajo de la lluvia y lo llevamos a nuestra casita y lo cuidamos, pero en algún momento se escapó y lo perdimos y aunque lo buscamos un montón no lo encontramos.
La cosa es que apareció dos meses después, subido arriba de un árbol de la Placita de la Paz, en la calle 22 y 144 de Berazategui.
Reapareció todo lastimado y con un ojo menos. Lo trajimos contentos de nuevo a casa pero aquel gato super cariñoso que era antes se había convertido en un gato arisco por todo lo que seguramente pasó, siempre mirando a todos lados con el único ojo que le quedaba, muerto de miedo.
Luego adoptamos dos gatos más, cuyos nombres son Gato-Gatuno-Rambo-Chavez y Margaret Thatcher y que son súper cariñosos e intensos y para nada ariscos.
Me acuerdo que todo esto coincidió más o menos con el momento en que abrimos la pareja. Y yo creo que imaginé que la relación que teníamos con Chechu en aquel momento había quedado algo lastimada... como Mandela. Fue y es una relación hermosa, pero al abrir la pareja estuvimos alejados de nuestro cariño, quedamos un poco ariscos y con algunas heridas.
En cambio las personas que conocimos en aquella primera época de apertura eran frescas y sin tanta historia.
En todas las actividades que hacemos siempre insistimos: “Cuidado con las comparaciones entre relaciones…” (una costumbre tan instaurada la de la comparación)
Es muy fácil agarrar y comparar una relación de hace años con una nueva que conociste hace un mes y decir "aaah... con mi pareja de antes tengo conflictos... con mi pareja nueva todo fluye y va bárbaro". Ojo gente, ojo.
Es posible que con una persona tengas algún choque más que con otra, pero ¿cuántos de esos conflictos son simplemente porque la pareja lleva ya varios años?
Ya pasó una década de todo aquello y estamos mejor que nunca.
Y de Mandela podemos decir que es mucho más que uno de nuestros tres gatos. Es cierto que algunos días está más arisco y no se lo puede agarrar así nomás.
Pero de noche se hizo la costumbre de venir a dormir a alguna de nuestras habitaciones, a los pies. Es el único gato con el que se puede dormir. A veces duerme con uno, a veces con otro... va rotando. Los otros gatos que tenemos son hermosos, pero son suuuuper intensos.
Pero acá es donde entra la experiencia que tiene nuestro Mandela.
No sé cómo, pero ya se da cuenta quién va a dormir solo y se manda para esa cama. Andá a saber por qué será, por una cuestión de espacio en la cama o simplemente que no se siente cómodo si hay mucha gente. Pero el gato va y selecciona al que está solo y se sube, y te espera ponele una o dos horas antes en la cama. ¡Está más acostumbrado que todos nosotros!
Bueno... a veces le pifia y se sube a esperar en la cama donde dormiremos dos en vez de uno. Entonces quedó como costumbre nuestra llevarle el gato a otro para que "no duerma solo".
La historia y la experiencia VALEN.
Las relaciones que llevan varios años no están "gastadas" aunque estén medio tuertas.
Es verdad que son diferentes y llevan un cuidado extra por ese tiempo que ha pasado (Todo lo que no se cuida, probablemente se gaste aunque tenga un año o diez). Pero también tienen una capacidad diferente de entenderte. Te conocen hace más años y vieron varias versiones de lo que uno es ahora. Pero a veces parece que la ENR nubla todo. Otro día hablaremos de ello.
Cuidemos a todas las relaciones, las nuevas y las "viejitas", que cuando menos te lo imagines te van a sorprender…