Por RELACIONESABIERTAS
“Pedile a San Antonio que te traiga un novio” cantaba una vieja canción, y parece que uno debería prender velas y esperar…… Porque nos sentimos solos, no nos llevamos bien con nuestra mente cuando de noche sobra espacio en la cama y nos aburrimos los domingos por la tarde, entonces suponemos que alguien tan solo y aburrido (o más) que nosotros va a aparecer salido de alguna galera mágica para completar nuestra vida. Yo creo que nos contaron un cuento al revés
Realmente me preocupa que la gente ande buscando el amor como si se tratase de algún producto envasado que podemos encontrar en las góndolas de un supermercado. Y en ese buscar o esperar se olvidan que es una construcción, que requiere esfuerzo y pasión para mantenerlo. Quizás entienden que permanece oculto en aquél cajón que no revisamos y que un día va a aparecer y nos va a sorprender enamorándonos…..
Pasa que nadie nos contó que uno tiene que estar preparado para amar y amarse, que esa preparación se tiene que haber aprendido, tenemos que haber recibido amor y entender que el amor necesita espacio, tiempo y cuidado para crecer. Tampoco nos dijeron que no podemos obligar a nadie a que nos ame, mucho menos pretender que nos amen de la misma forma e intensidad que nos gustaría, sólo podemos brindar amor y darles motivos para que quieran elegirnos, pero no más que eso, el resto dependerá del propio recorrido amoroso que hayan tenido nuestros amantes.
Encontrar a personas ideales es complicado, sobre todo porque uno también tiene que ser el ideal de otros. Y aun suponiendo que estos ideales coinciden, en algún momento las personas se convierten en reales, con tiempos, horarios y opiniones tan distintas a las nuestras, con prioridades personales y con defectos, si sobre todo defectos. Porque esas personas tan ideales en nuestra mente también tienen mal humor, malos hábitos y, aunque suene triste, tienen momentos donde no quieren estar a nuestro lado. Y es que el derecho a cambiar de opinión, el derecho a no tener ganas de hacer todo juntos, es algo que sucede y que debe permitirse a cualquiera de los miembros del vínculo.
Lo fundamental, y de eso se trata el amor, es la libertad y la posibilidad de poder elegir, de pensar que más allá de todo esto que no me gusta de estas personas me hacen sentir bien y elijo pasar el tiempo a su lado. Ese tiempo puede ser un día o una vida, no lo sabemos, dependerá del tiempo que no hagan bien y que les hagamos bien. Rara vez el “para siempre” se cumple, pero tal vez porque los besos no son contratos ni promesas, el amor maduro no puede serlo porque entiende que todas las personas son únicas y completas, y deben decidir minuto a minuto con quien compartir la vida. Y si digo completas es para poner en jaque la creencia común de la “media naranja”….
Pensemos, en serio, ¿Para qué nos sirve una media naranja? Ni siquiera para jugo! Un ser partido por la mitad no es nada y nada puede darnos, ¿Por qué no mejor pensar en seres completos y adultos que deciden potenciar y alegrarse el tiempo juntos? Y lo mismo hacia nosotros, ¿En serio precisamos que los demás nos completen? ¿Qué nos falta? Porque si suponemos que un nuevo amor nos daría todo lo que nos falta, la conclusión es sencilla: no podemos vivir más sin ese amor, simplemente porque sin él nos faltaría todo de nuevo.
Entonces tenemos relaciones enfermas que se basan en la creencia inicial que nada somos, nos olvidamos del potencial que tenemos y de la cantidad de cosas maravillosas que podemos hacer solos. Nos volvemos exigentes con los otros, claro porque cuando no están nuestro mundo se derrumba, y los cargamos con la responsabilidad enorme de tener que completar lo que nos falta. Nadie puede ni merece cargar con eso ni nadie debería estar en una relación por necesidad emocional. La baja tolerancia a la soledad es muy mala consejera.
En ese olvidarnos de nosotros mismos, también nos olvidamos o no tenemos en claro nuestros límites. Porque en una relación, que se construye y alimenta entre todos, muchas cosas son negociables, se pueden charlar, discutir y llegar o no a un acuerdo pero sin dudas la resolución del conflicto deja mejor parada a la relación. Pero si la relación no es de iguales, porque hay uno que está desdibujado y no conoce lo que necesita, se suelen cometer abusos. Toda persona madura tiene una lista de cosas que yo llamo “no negociables”, es decir situaciones o actitudes hacia su persona que no piensa permitir bajo ninguna circunstancia, por ejemplo la violencia o coerción de la libertad, cualquiera sea su tipo debería estar en esta lista, después cada uno puede continuarla a su criterio.
Una relación madura es más que amor, creo que el amor tiene demasiada buena prensa, pero con amor solo no alcanza, hacen falta otras cosas: como confianza, compañerismo, buen trato, respeto, la posibilidad de imaginar proyectos en común y de generar una día a día que pueda ser vivido sin angustia. Sin todo esto el amor cae y deja un montón de corazones heridos y sin ganas de volver a confiar.
Entonces pensemos un poco, y antes de esperar un amor que caiga del cielo, hagamos una lista de que son las cosas buenas que tenemos para dar y de cuáles son nuestros “no negociables”, interroguémonos ¿Qué necesitamos con ese amor? ¿Qué sentimos que nos falta? ¿Qué estamos dispuestos a darle a esas personas? Y con todo esto más en claro, sobre todo entendiendo que valemos mucho y merecemos mucho, con la frente bien en alto como carta de presentación y con muchas sonrisas para regalar; en vez de esperar a Papá Noel o a los reyes, salgamos a buscarlo! Sinceridad ante todo y decididos a que tenemos muchas cosas hermosas por compartir, habrá muchos que admiren nuestra actitud. Y a los que les molesta, a quienes nos digan que debemos ser sumisos y aceptar todo, simplemente le dedicamos una sonrisa y seguimos nuestro camino. No hace falta explicar por qué queremos respeto, es más sano alejarnos de quien no lo da.
Qué si busco una relación seria??? Para nada!! A mí me gusta muchísimo reír…..