Por RELACIONESABIERTAS
Desde Relaciones Abiertas celebramos que en el mundo de las no-monogamias podamos encontrar cada vez más material sobre nuestra temática y apostamos a crear contenido desde esta parte del mundo porque nos parece estratégicamente importante.
Pensando en esto notamos que la mayoría de los temas se vienen tratando sin tener en cuenta las realidades de quienes tenemos tareas de crianza. Por ejemplo nuestro caso: pareja de 15 años que decide abrir su relación y comenzar a vivir en otra lógica afectiva, teniendo 4 hijxs.
Para ilustrar a qué nos referimos, nada mejor que un ejemplo: recuerdo que cuando abrimos la relación, uno de los primeros temas sobre el que leímos fue: “cómo lidiar con tu angustia cuando tu pareja sale con alguien”, y nos encontramos con consejos del tipo “comprate helado”, “mirá una peli que te guste”, “si necesitás tirarte a llorar todo el fin de semana, hacelo” y cosas similares.
Ninguna de las recomendaciones que leíamos eran aplicables para nuestra situación. Imaginen que cuando nuestra pareja sale, nos quedamos al cuidado de 4 niñxs. No podemos hacer cosas como “salir con amistades, colgarse a ver películas o tirarse a la cama a llorar”.
Y así como en ese momento no encontramos nada acerca de cómo atravesar estas situaciones cuando te quedas solx cuidando niñxs, lo cierto es que en el tiempo que siguió tampoco fue fácil encontrar nuestras realidades representadas en el tratamiento de otros temas: consenso, comunicación, jerarquías, manipulación, por ejemplo: ¿Cómo influyen las tareas de crianza en la construcción de acuerdos? ¿Cómo es “salir del closet” cuando también exponemos a menores? o ¿Cómo es salir del closet con tus hijxs? ¿Cómo construimos derechos para las familias poliamorosas?, entre otras cosas.
Por eso, desde Relaciones Abiertas queremos abordar el tema y empezar a hablar de las realidades de quienes tenemos tareas de crianza, para comenzar a compartir con nuestra comunidad las formas particulares en que nos atraviesan los desafíos de elegir relacionarnos de forma abierta.
Para arrancar con esto, les compartimos algunas reflexiones que nos han quedado de nuestra experiencia respecto a las formas de construir acuerdos y que trabajamos para nuestro primer taller de crianzas y relaciones abiertas en mayo de 2019.
Cuando hay tareas de crianza, el trabajo de construir acuerdos puede tornarse más arduo y más complejo, ya que implica algunas responsabilidades y contemplaciones extras.
Por un lado, pensemos que lxs niñxs están observando y absorbiendo constantemente información sobre lo que ven, escuchan y experimentan respecto a cómo llevan adelante sus relaciones afectivas las personas que les rodean. Por esto, tenemos la enorme responsabilidad de trabajar sobre nuestros acuerdos desde la tolerancia y el respeto, y construir primero nosotrxs mismxs relaciones honestas y consensuadas, ya que esto formará parte importante de su educación relacional.
Por otro lado, la crianza compartida agrega a los involucrados todo un “paquete” de temas sobre los cuales construir consenso, agregando que estos acuerdos deben hacerse teniendo en cuenta los sentimientos y necesidades de lxs niñxs.
Pongamos de ejemplo un tema especialmente complejo: cómo se van a relacionar nuestros vínculos (quienes no comparten tareas de crianza) con nuestrxs niñxs. Decimos que es especialmente complejo, porque implica atender y equilibrar muchas voluntades, necesidades y sentimientos: las de lxs niñxs, las de sus cuidadores primarios y las de los vínculos con quienes no se comparten tareas de crianza. Otros ejemplos serían: cómo decírselo a lxs niñxs, en que momento, que tipo de información no creemos apropiada que sepan. O simplemente ponernos de acuerdo en cuáles son las cosas que consideramos parte de nuestra intimidad y no es relevante o necesario decirlo.
Un debate muy común respecto a “acuerdos”, es si debemos consultar con nuestrxs compañerxs cuando queremos salir. Hay quienes dicen que no, que cada cual decide cuando salir y que la única responsabilidad es comunicarlo. Avisar. Que de otra forma sería “pedir permiso” y que eso no está bien. Hay quienes dicen que sí, que sobre todo si hay convivencia las salidas deberían acordarse. Esto es claramente una super simplificación del debate porque aquí no tenemos mucho espacio para extendernos. Pero lo que nos gustaría señalar es que casi nunca se pone sobre la mesa que no siempre tenemos la opción de acordar o no las salidas. Cuando hay crianza compartida, salir implica dejar la responsabilidad del cuidado en nuestrx/s compañerx/s, y por lo tanto, para nosotrxs, arreglar una salida siempre implica un “bancá que lo consulto y te confirmo”.
Incluso durante la monogamia nos resultaba complicado turnarnos para salir, ya que sabíamos que estábamos dejando a nuestra pareja sola al cuidado de 4 niñxs. Si alguno se enfermaba, suspendíamos la salida, ya que si por ejemplo, había que ir a una guardia por algún motivo, era muy difícil salir a los rajes con lxs 4. Cuando dejamos la monogamia y empezamos a salir con otras personas, ese tipo de acuerdos se mantuvieron.
Existen situaciones que se tratan de prever para realizar acuerdos pero otras veces terminamos haciendo acuerdos después de una situación de la que aprendemos y tratamos de evitar que vuelva a ocurrir.
Tengamos en cuenta, que cuando elegís compartir crianza, te encontrás con muchas cosas en las que pensás diferente, a veces incluso diametralmente opuesto. Por eso la necesidad de establecer pautas y acuerdos sobre cómo manejarse frente a determinadas situaciones se torna súper necesario.
Y no es una tarea que se haga de una vez y para siempre, sino que requiere una revisión constante. Al igual que cualquier acuerdo, puede cambiar con el tiempo: algunos acuerdos caen, otros mutan y otros nuevos aparecen.
¿Y vos? ¿Cuál es el impacto que ha tenido la tarea de la crianza en tus formas de construir acuerdos?
Relaciones Abiertas
Laura García-Andrés Bu Dani